"Bautizo Civil" de hija de ex-alumna del Instituto

Raquel Anta, José Iván Rodriguez, Iria Rodriguez Anta

Muskiz acoge el primer bautizo civil de Vizcaya, una peculiar ceremonia que los padres hicieron coincidir con su boda: 

(Octavio Igea.Muskiz. Elcorreodigital)

Balbucea, «no es nada llorona», y en su cabeza comienza a adivinarse una cabellera rubia. Apenas supera los cinco meses de vida, pero Iria Rodríguez Anta ya forma parte de la historia de Vizcaya. Ayer se convirtió en el primer bebé bautizado por lo civil en la provincia en una ceremonia oficiada en el Ayuntamiento de Muskiz por el alcalde, Gonzalo Riancho. Con un sencillo acto, que también sirvió para casar a José Iván y Raquel, los padres de la criatura, autoridades y familiares dieron la bienvenida a la nueva familia con un objetivo prioritario: «nos comprometemos a querer a Iria», afirmaron. Los novios llegaron juntos en el mismo coche, con Iria en sus brazos, y 15 minutos de retraso sobre el horario previsto. Ella, que en principio pensaba ir «en vaqueros», lucía un vestido blanco, comprado en «los chinos por 10 euros» y calzaba playeras; y el padre, el uniforme rojiblanco del Athletic, incluidas unas zapatillas de futbito. «Es una promesa que hice hace tiempo», se limitó a explicar José. El bautizo apenas duró cinco minutos en los que el alcalde tomó la palabra. «Abrimos a Iria las puertas de nuestra comunidad, una comunidad en la que hay cristianos, musulmanes, ateos... Todos con sus derechos y obligaciones», dijo, antes de compartir con la madrina la lectura de varios artículos de la Convención sobre los Derechos del Niño. «Tomaremos las medidas apropiadas para ayudar a que tenga un nivel de vida adecuado», garantizaron antes de cerrar el bautizo con un cálido aplauso.

Gonzalo Riancho, alkatea

«Queríamos un día especial para los tres, pero todo esto nos está desbordando un poco», reconocía Raquel Anta, la madre de Iria, minutos antes de la ceremonia. Aunque Raquel y José Iván vivirán en Santurtzi, donde también trabajan atendiendo a los clientes de una conocida cafetería, han preferido celebrar las dos ceremonias en Muskiz, de donde ella es natural. El principal motivo es la amistad que mantienen con el alcalde del municipio. Hace tres meses, la familia se puso en contacto con el regidor para tantear su disposición a celebrar un evento de estas características. Querían unificar todas sus celebraciones y, sobre todo, dejar abierta la posibilidad de que la pequeña decida más adelante por sí misma si recibe el bautismo. «Nos enteramos de que existía la posibilidad de celebrar una ceremonia civil a través de la televisión, buscamos más información en Internet y pusimos una fecha», recordó el primer edil, Gonzalo Riancho.

A este respecto, el pobeñés Miguel González San Martín, cronista en el mismo periódico, ha escrito:
 


Dice Don DeLillo que a veces no sabe lo que opina sobre un asunto hasta que no se pone a escribir sobre él. El redactor jefe me propuso como tema dominical el primer bautizo civil de Euskadi, celebrado ayer en Muskiz. Confieso, en el sentido laico de la palabra, que lo primero que pensé fue en la contradicción de los términos. Bautizo civil suena a un contraste del estilo de aduaneros sin fronteras, cuadratura del círculo o estruendoso silencio. Una somera exploración por Internet me ayudó a formar opinión. Comprobé que el bautismo civil molesta especialmente a los carcas, sean los solemnes y tradicionalistas propensos al anatema o los simpáticos y castizos del gracejo y la retranca.

Los padres de esa niña bienvenida por lo civil no querían molestar a nadie. A nadie le obligan, ahora, a celebrar de un modo religioso o laico esa media docena de acontecimientos fundamentales de la especie (nacer, crecer, casarse o dejar de hacerlo, con un señor o una señora, va en gustos, morirse&hellip). Los padres de esa niña aprovecharon su boda para dejar constancia civil del nacimiento de su niña, con todos sus derechos, que se comprometen a garantizar. Creo que el alcalde de Muskiz hizo bien en prestarse a ello. A nadie le obligan, como sucedía antes, a esto o lo otro. Aquél, y no éste, era el problema. Era entonces cuando existía la imposición, ahora sólo es cuestión de gustos.

Muskizko Udaletxea

No parece que hubiera en la ceremonia laica de ayer ningún afán volteriano de llevar la contraria a nadie, lo que sería, por otra parte, otro derecho absolutamente democrático, sino el deseo de hacer las cosas cada cual a su manera dentro de la legalidad. A los jóvenes les gusta hacer las cosas a su aire. Hace un mes, en ese mismo lugar, hubo una boda civil. Llegado el momento de intercambiar los anillos, mi amigo Natxo, el contrayente, dio un silbido, y Ortzi, su buen perro, con permiso de la autoridad, entró como un cohete en el salón de ceremonias llevando los anillos en su collar. A mí me pareció un momento cumbre, como si hubieran puesto una tocata de Bach. Para gustos son los rituales.